
La violencia en tiempo de pandemia: Otro virus más en la sociedad

Escrito por Arlette Hurtado y María Jiménez, miembros de la Comisión de Eventos del Equipo de Derechos Humanos.
Introducción
El aislamiento social que se ha vivido desde el año 2020 producto del Covid-19 no solo afectó a la economía y las relaciones sociales de las personas, sino que también afectó a las mujeres que conviven con hombres violentos. Este contexto ha vulnerado sus derechos fundamentales tales como el derecho a la vida, integridad, salud individual, entre otros. Esta realidad es más grave, porque las víctimas se han visto obligadas a vivir junto a sus agresores durante la cuarentena, lo cual ha restringido su libertad. Esta situación les permitía ejercer un comportamiento violento y controlador en el hogar. La violencia contra la mujer es una de las violaciones de derechos fundamentales más “común “y devastadora a nivel internacional y nacional. En el transcurso, del 2021, más de 240 millones de mujeres en el mundo sufrieron violencia física o sexual por parte de su pareja o miembros de la familia [1]. En el Perú, se han registrado más de 40 casos de feminicidios y más de 50 tentativas de feminicidio. De esta manera, se evidencia que esta problemática ha aumentado. Al respecto, la Defensoría del Pueblo afirmó que los autores de estos hechos han tenido una relación con la víctima sea como conviviente, ex conviviente, pareja o expareja [2]. Esto es preocupante, ya que al ser los agresores personas cercanas a las víctimas, en muchos casos, también pueden agredir a los integrantes de la familia.
En el presente artículo, se analizarán los principales factores que generan la violencia en contra de la mujer, y cómo estos, se refleja en el caso de Arlette Contreras, con lo cual se demuestra la situación de la mujer frente al sistema de justicia peruana. Asimismo, se demostrará que dicha situación se ve agravada por el aislamiento social producto del COVID-19. Finalmente, se analizarán los retos que tiene el Estado para enfrentar al otro virus en la sociedad peruana: la violencia contra la mujer
Factores que promueven la violencia
Ante el elevado número de casos de violencia contra la mujer, corresponde preguntarnos cuál es el origen de este fenómeno y cuáles son los factores que han promovido su ascenso durante el confinamiento obligatorio. La cultura patriarcal es uno de los factores que generan esta violencia, pues ha encasillado el comportamiento de las mujeres en un rol específico de sumisión e inferioridad que remarca la primacía del hombre. Evidentemente, estos modelos impuestos por este sistema constituyen estereotipos sexistas que limitan los derechos de las mujeres. Sin embargo, estas concepciones se han normalizado en la sociedad, por lo que las mujeres que cuestionan estos roles asignados son silenciadas y violentadas por el sistema opresor. Así, si una mujer desafía los roles de género asignados en un sistema patriarcal, se la castiga con violencia. A esta fundamentación teórica se suman estudios empíricos como el realizado por Tovío, en Colombia, que prueba que el cambio de los roles de género, incluso en un ámbito micro como el hogar, puede desatar mayores índices de violencia doméstica [3].
Durante la pandemia, los roles de género han sido reforzados: la mujer ha asumido el papel de cuidadora de los niños, del esposo, de las personas enfermas y de las tareas del hogar. Además, en este marco, muchas parejas se encontraban aisladas en el hogar, lo que aumentó su tiempo de convivencia y las tensiones como consecuencia de la imposición de estos roles de género, puesto que, como mencionan Castagnani y Colorado, ante la imposición se evidencia resistencia de la otra parte [4]. Un ejemplo de ello es el número de llamadas telefónicas denunciando violencia familiar en la pandemia. Asimismo, este aislamiento, posibilitó que las mujeres permanecieran en su hogar con sus agresores y, por tanto, se reafirmaran las relaciones de jerarquía masculina con mayor intensidad.
Otro factor importante dentro de este marco es que “nuestras principales culturas, tradiciones e incluso el propio derecho lleva consigo el androcentrismo” [5]. El androcentrismo consiste en ver el mundo desde lo masculino tomando al varón de la especie como modelo humano. De esta manera, la mujer es percibida en función a este: la mujer es madre, esposa, hija, pero nunca una persona individual. Siguiendo esta línea, se justifica que los deseos del hombre se prioricen respecto de las necesidades de las mujeres. Esta mirada, junto con otros factores agravantes en la pandemia, como el aislamiento con agresores, explican el aumento del número de casos de violaciones sexuales. Uno de los casos más traumáticos presentados fue la violación de una joven en Surco por cuatros sujetos, en quienes, se evidenció un serio machismo internalizado [6].
Efectivamente, la cultura patriarcal es la principal causante de la violencia a la mujer al estar ampliamente extendida y normalizada en la sociedad, así como relacionarse con otros factores. Sin embargo, existen otros que también generan esta violencia y que a la vez se interrelacionan con este último. Así, otro factor de riesgo es la situación de vulnerabilidad social y económica de las mujeres. Dicha vulneración es provocada por las presentes ideologías y tradiciones inmersas en nuestra sociedad que generan dependencia económica de las mujeres respecto al hombre, ya que históricamente , las mujeres han tenido menos oportunidad de trabajar independientemente, y se han dedicado principalmente al hogar. Ello provoca una situación bastante crítica, pues, limita a las mujeres a salir del lugar en que sufren violencia, ya que el abandono del hogar implica no tener un sustento económico para una vida digna, sobre todo si no se cuenta con estudios completos. Así, las mujeres se encuentran forzadas a sopesar entre su integridad física, y sus necesidades básicas y supervivencia, optando por esta última.
La pandemia ha acrecentado esta dependencia, pues, el ingreso económico ha disminuido, lo que ha obligado a las empresas a despedir a sus trabajadores. En una cultura patriarcal, se valora más el trabajo del hombre, por lo cual, las más afectadas por estos despidos han sido las mujeres. Así, desde el inicio de la pandemia, a nivel regional, cerca de 13 millones de mujeres han perdido su empleo [7]. A nivel comparativo, se reafirma la mayor vulneración a las mujeres, puesto, que el despido asciende a cerca del 54% en mujeres; mientras que en hombres es de 52% [8]. El despido de las mujeres también se explica porque estas tienden a trabajar en sectores informales con reducidas garantías laborales, las cuales, han sido afectadas más crudamente por la pandemia. Esta situación de vulnerabilidad se acrecienta en los sectores más vulnerables de mujeres como las migrantes y las de bajos recursos económicos. Por ello, ante la falta de alternativas de trabajo durante la emergencia sanitaria, tienen pocas opciones de supervivencia y optan por permanecer en el hogar, en donde, muchas veces, se encuentran sus agresores.
En relación a ello, el estrés y el dinero también constituyen causas de violencia doméstica [9]. Durante la pandemia, ha aumentado la incertidumbre laboral y económica, mientras que las obligaciones se mantuvieron: las cuentas con el banco, la escuela de los hijos, los servicios básicos, entre otros. Por tanto, las discusiones sobre estos hechos han aumentado y la violencia que esta genera también.
Por otro lado, es importante mencionar que la mujer no es la única que sufre violencia, ya que, los hijos también se ven afectados en estas situaciones, puesto que en la mayoría de casos presencian los actos de violencia en contra de su madre, lo cual los afecta psicológicamente. Incluso, por esa razón, cuando se convierten en adultos, repiten las mismas acciones de su padre, generando un “círculo vicioso de la violencia”. Por ejemplo, en Arequipa, un esposo fracturó la cabeza de su esposa (estando embarazada), delante de su hija [10].
Así pues, la violencia en contra de la mujer genera diversas consecuencias sobre la propia víctima y sobre el ámbito familiar e integral de los niños o niñas. Primero, existe una vulneración del interés superior del niño o de la niña, ya que les genera una completa desprotección, y afecta su desenvolvimiento en la sociedad por el temor que sienten. Segundo, existe un bajo rendimiento escolar al afectar el desarrollo infantil en el ámbito educativo, puesto que están más preocupados en la violencia que se puede generar en su hogar, y no en sus clases, lo que genera estrés, ansiedad, depresión, problemas sociales, de conducta, entre otros [11]. Todo ello genera que el niño o niña no pueda desenvolverse de manera íntegra en la sociedad puesto que no han desarrollado de manera efectiva sus habilidades cognitivas, emocionales o de desarrollo personal para desenvolverse con los demás.
Caso de Arlette Contreras
La violencia en contra la mujer no es un fenómeno reciente, ya que estudios etnográficos demuestran que “desde la prehistoria se encuentra una actividad exclusiva para los hombres y otra específica para las mujeres” [12]. Por ejemplo, las mujeres se ocupaban del cuidado de los hijos, atender al hombre, al cultivo; mientras que los hombres se dedicaban a la caza y la pesca con el fin de obtener éxito en la explotación de los recursos. Con el pasar del tiempo, esta imagen de la mujer se fue fortaleciendo hasta la actualidad. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el 63,2 % de las mujeres de 15 a 49 años de edad sufrieron algún tipo de violencia en algún momento de su vida por el esposo o compañero; el 58,9% fueron víctimas de violencia psicológica; el 30,7% fueron agredidas físicamente; y el 6,8% fueron violentadas sexualmente” [13].
Un caso que impactó al país fue el de Arlette Contreras, quien sufrió violencia psicológica, física y moral por su exnovio. Este caso demuestra que para encontrar justicia en el Perú se debe recorrer un camino largo y difícil [14]. Arlette Contreras era pareja de Adriano Pozo, hijo de un funcionario público del Estado y, por tanto, tenía cierto privilegio y poder para influenciar en los operadores de justicia. Este hecho de violencia fue registrado por una cámara de seguridad de un hotel y captó cuando Adriano Pozo arrastró del cabello a Arlette Contreras hasta su habitación, dejándole golpes y moretones en todo el cuerpo. Al principio, ella tenía miedo de presentar una demanda en contra de Adriano por el poder que tenía en el sistema peruano; a pesar de ello, presentó su demanda. No obstante, la justicia peruana decepcionó no solo a Arlette, sino a todas las mujeres que pasaron y pasan la misma situación, ya que el Poder Judicial “absolvió a su ex pareja, Adriano Pozo, de los delitos de intento de feminicidio y violación sexual en grado de tentativa” [15]
Esto demuestra que, en una situación de no confinamiento, es difícil para las mujeres acceder a la justicia y obtener un resultado favorable; sobre todo cuando el sistema de justicia atropella y vulnera sus derechos, lo que reduce la confianza en la institución que supuestamente debe proteger a las ciudadanas. El caso de Arlette Contreras demuestra que la justicia peruana no es eficiente para los casos de violencia de género.
Ahora bien, en la situación de confinamiento producto del COVID-19, estos obstáculos para acceder a la justicia aumentaron: a una mujer víctima de violencia doméstica no podía salir de su hogar ni pedir ayuda a un familiar porque estaba prohibido salir de las casas. En suma, no podría defenderse. Ello genera que la mujer se encuentre en una situación de absoluta vulnerabilidad, ya que está en su hogar con estrés, ansiedad, presión económica, trabajo remoto, tareas de cuidado, entre otros factores que causan graves afectaciones a los derechos de las mujeres. Por ejemplo, en Independencia, una mujer perderá la vista producto de la agresión de parte de su conviviente [16]. Otro ejemplo sucedió en San Juan de Lurigancho, en el cual el esposo intentó asesinar a su pareja e incendiar la casa en la que vivía junto a sus hijos [17]. Bajo esa línea, se demuestra que producto del confinamiento social, la violencia en contra de la mujer en el hogar se ha intensificado cada vez más, aislándola de sus familiares más cercanos y los recursos que pueden servir para que salga de dicha situación.
Los retos desatendidos
Para combatir el problema de la violencia contra la mujer, el Estado Peruano ha implementado políticas públicas y normativas. Asimismo, se han impulsado proyectos para reducir los efectos negativos de la emergencia sanitaria en los derechos de las mujeres. Por ejemplo, se aperturaron nuevos Centros de Emergencia Mujer en las comisarías del país. Estos espacios proporcionan una atención integral a las víctimas y buscan prevenir que la violencia llegue a consecuencias irreparables como los feminicidios. Sin embargo, estos avances son insuficientes para reducir el daño, debido a factores externos. Uno de ellos es el compromiso de las autoridades políticas. Un país donde el ex-primer ministro fomenta actitudes machistas, dudando de acusaciones gravísimas de violación sexual. Por el contrario, estos comportamientos envían un mensaje negativo a la sociedad pues refuerzan la conducta machista, ya ampliamente extendida en el país. Si los representantes del país actúan de dicha forma, ¿por qué los ciudadanos no podrían replicar su comportamiento?
Asimismo, la Defensoría del Pueblo ha señalado que uno de los mayores obstáculos para la implementación de políticas y leyes contra la violencia de género es la falta de personal capacitado y especializado [18]. Por ejemplo, se evidencia en el caso de la violación de Surco, donde la víctima tuvo que pasar por un momento crítico, debido a que el personal de las comisarías no entendía conceptos relacionados a la violencia de género. En ese sentido, en la pandemia, este problema se suma a la vulnerabilidad que, producto del confinamiento, ya existe para el acceso a la justicia. Un problema adicional es la falta de operadores jurídicos con una perspectiva de género. Así, a pesar de que existen leyes que protegen a la mujer, por ejemplo, en el supuesto de violación sexual, los jueces aún realizan juicios plagados de estereotipos de género. Recordando el caso Arlette Contreras, la jueza en primera instancia desestimo el intento de violación, pues, según su criterio, Arlette no había intentado gritar o luchar contra su agresor, lo cual demostraba que se encontraba conforme con lo que estaba sucediendo. Si estos problemas se presentaban en situaciones no extraordinarias, en un contexto de pandemia, el proceso se ha complicado aún más. La víctima no solo tiene que soportar el proceso de denuncia, sino que también se arriesga a una sentencia desfavorable y revictimizante.
Por último, las medidas planteadas para contener la violencia en la pandemia, no tratan el fondo del problema; es decir, son medidas post acto de violencia. Lo que necesitamos para frenar el problema es la concientización del problema del machismo y su relación con la violencia contra la mujer.
Conclusión
Las restricciones impuestas por la emergencia sanitaria han afectado a las mujeres gravemente, vulnerado sus derechos a una vida libre de violencia, al acceso a la justicia, a la vida, a la integridad, así como a derechos conexos. En adición, esta situación ha generado un retroceso en las políticas a favor de la igualdad de género, lo cual se observa claramente en el aumento de la violencia doméstica y el desempleo femenino. Estos efectos son síntomas del incremento y recrudecimiento de factores que generan la violencia de género. Esta es la situación que nos ha dejado la pandemia y, si bien se han planteado proyectos para reducir estos efectos, mientras no exista un real compromiso de las autoridades políticas, así como capacitaciones de los funcionarios públicos, resultará imposible una ejecución eficaz de los mismos. Por ello, en este mes de conmemoración de la lucha contra la violencia a la mujer, resulta aún más importante recordar la función de vigilancia y denuncia de la ciudadanía respecto a la violencia de género en el país.
Bibliografía
[1] Plan Internacional. (201, 17 de enero). Conoce las estadísticas de violencia contra las mujeres durante la pandemia en 2021.
[2] Defensoría del Pueblo. (2021, 23 de abril). Defensoría del Pueblo: “urge una actuación efectiva del sistema de justicia frente a aumento de casos de feminicidio”
[3] Correa, H. G. T. (2004). CAUSAS DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER EN SINCELEJO. Revista Virtual Universidad Católica del Norte, 1(13).
https://revistavirtual.ucn.edu.co/index.php/RevistaUCN/article/view/276/522
[4] Castagnani, T., & Colorado, C. (2009). La representación de la mujer inmigrante en la prensa escrita española. Discurso & Sociedad, 3(4), 621-657.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3103485
[5]Gil, M. (2020). El origen del sistema patriarcal y la construcción de las relaciones de género. Ágora/Inteligencia colectiva para la sostenibilidad.
https://www.agorarsc.org/el-origen-del-sistema-patriarcal-y-la-construccion-de-las-relaciones-de-genero/
[6] Wayka. (2021, 13 de octubre). La Manada de Surco será liberada en noviembre si jueza no dicta sentencia.
https://wayka.pe/la-manada-de-surco-sera-liberada-en-noviembre-si-jueza-no-dicta-sentencia/
[7] Gestión. (2021, 5 de marzo). COVID-19 dejó sin empleo a 13 millones de mujeres de Latinoamérica.
https://gestion.pe/economia/management-empleo/covid-19-dejo-sin-empleo-a-13-millones-de-mujeres-de-latinoamerica-noticia/
[8] ONU Mujeres. Los efectos del Covid-19 sobre las mujeres y las niñas.
https://interactive.unwomen.org/multimedia/explainer/covid19/es/index.html
[9] Correa, H. G. T. (2004). CAUSAS DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER EN SINCELEJO. Revista Virtual Universidad Católica del Norte, 1(13).
https://revistavirtual.ucn.edu.co/index.php/RevistaUCN/article/view/276/522
[10] Correo. (2021, 20 de agosto). “Agarró un palo y comenzó a golpearla: hija relata cómo su padre golpeó y le fracturó la cabeza a su mamá”
[11] Aldeas Infantiles SOS Perú. (2020, 10 de febrero). Consecuencias de la violencia contra la mujer en las familias.
https://www.aldeasinfantiles.org.pe/noticias/consecuencias-de-la-violencia-contra-la-mujer- en-l
[12] Equidad. (s/f). Violencia contra la mujer: Una familia desde la prehistoria hasta hoy
[13] Iinstituto Nacional de Estadistica e Infórmatica. (2019, mayo). Los feminicdios y la violencia contra la mujer en el Perú, 2015-2018
https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1659/Libro.pdf
[14] BBC News. (2018, 14 de diciembre). Arlette Contreras, la peruana víctima de violencia doméstica cuya batalla judicial la volvió un emblema en su país.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-39712349
[15] El Comercio. (2018, 17 de febrero). Arlette Contreras: “la decisión del Poder Judicial es abominable”
[16] El Comercio. (2021, 27 de agosto). Independencia: mujer perdería la vista por golpiza de su conviviente.
https://elcomercio.pe/videos/pais/independencia-mujer-perderia-la-vista-por-golpiza-de-su-conviviente-nnav-latv-video-noticia/
[17]El Comercio. (2021, 27 de mayo). Sujeto intenta asesinar a su pareja e incendia la casa en la que vivía junto a sus hijos en San Juan de Lurigancho.
[18] Defensoría del Pueblo. (2016, 25 de noviembre). Retos del Estado peruano para enfrentar la violencia contra las mujeres.
https://www.defensoria.gob.pe/blog/retos-del-estado-peruano-para-enfrentar-la-violencia-contra-las-mujeres-hacia-el-bicentenario/
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